¿En qué piensas cuando escuchas “paraíso escondido”? ¿En bosque? ¿En cascadas? ¿En naturaleza?… ¿qué sensaciones te provoca?, ¿curiosidad? ¿Frío? ¿Misterio?… bueno pues todo esto y más, es lo que puedes encontrar en este majestuoso lugar llamado Mexiquillo, localizado en Durango.
Este lugar es toda una aventura y un misterio, ¿cómo puedes vivirlo?, pues te contaré nuestra aventura extrema, que culminó con una reconexión. Llegamos a este lugar mágico y nos subimos a unas cuatrimotos, las cuales nos llevaron a descubrir coníferas, túneles de rocas (que según nos contaron, iban a ser parte de unas vías de ferrocarril que unirían Durango y Mazatlán), lo padre de ello es que la adrenalina que te provoca ir al borde de la sierra, entre naturaleza, pasando por terreno lodoso (como si entraras al bosque del proyecto de la bruja de Blair), y al llegar al túnel mas largo y al punto más alto descubrir un paisaje extraordinario, con una sierra con extrañas formaciones rocosas (parecidas a las Barracas del Cobre) y un bosque prácticamente virgen.
Al regresar, pasamos por un camino que nos llevo a un pequeño lago, alimentado por una cascada impresionante con una gran pared de uñas de 20 m de altura, en donde subir es un reto, puedes hacerlo por la parte resbalosa o por un conjunto de escaleras que hacen juego con este paisaje natural.
Y como la cereza de pastel, yendo también en cuatrimoto, llegamos al “Jardín de Piedras”, que es un escenario de otro planeta, es como si estuvieras en una tierra de gigantes en una galaxia muy lejana. Se trata de rocas con extrañas formas que llegan a medir más de ocho metros de altura, en donde prácticamente, al estar en la sierra, sientes que puedes tocar el cielo, pero más allá de ello, se trata de un punto en el que rodeado de estas grades formaciones, puedes tener una meditación mágica y profunda, logras escuchar el agua correr, sientes el viento, los rayos de sol y la tierra.
Sin duda después de una aventura por este lugar paradisiaco, terminar agradecido a la naturaleza por la magia que te permitió disfrutar, reconectando con la tierra, es la mejor forma de cerrar esta experiencia.